Como con la misma exquisita bebida frutal, nos licuamos en las costumbres, en sociedades, en culturas, nos mezclamos, aprendemos y aceptamos. Batimos un poco, agregamos paciencia, tolerancia, amor, respeto, educación, trabajo y salud, y obtenemos un grupo humano, una tribu urbana quasi perfecta y lista para servir y ser servida. Una pizca de odio, rencor, corrupción, inseguridad, violencia e ignorancia...y llegamos al desempleo, a la inflación, a la intolerancia, al hambre, a huelgas, crisis económicas y a guerras.
Somos esponjas que absorvemos a lo largo y ancho de nuestras vidas captando principios, ideales, estructuras y formas de vida. Nos llenamos de espacios publicitarios, slogans, payasos mediáticos, tv, marcas, apariencias y frivolidades pero también de cultura, arte, canales educativos, música, cine, teatro, mezclamos, ideamos, creamos. Todo depende de los ingredientes y de cuán absorventes seamos, de los componentes que nos permitan crecer o retroceder, progresar o quedarnos en la mediocridad. Todo depende de los patrones de comportamiento de cada individuo, de su decisión y de su consumo.
Mi propósito es el de compartir los ingredientes, los componentes que nos agrupan como individuos e investigar un poco las costumbres de cada uno, de cada tribu urbana, de su cultura, su idioma, su lunfardo, los cómos y porqués, historias de vida, vivencias, las cosas cotidianas de las grandes urbes, de las frutas que hacen de una sociedad un buen licuado bizarro, como de tutti frutti, es decir, un batido de todo.
Uno es dueño de su propio destino, uno es su propio bartender licuando su propia vida y en la que va agregándola pizcas de lo que sea, de lo bueno, de lo malo...tú eliges.
